A la ayahuasca se la conoce con frecuencia como “La Purga” por sus reconocidos efectos purgantes trascendentales. La mayoría de los “novatos” temen la purga, pero es en gran parte a través de este proceso crucial que la Ayahuasca hace su magia. Es el proceso de limpieza y purificación necesario para librar la mente y el cuerpo de las toxinas y las energías negativas de baja frecuencia que de otro modo estarían bloqueando la conexión con el espíritu.
La purga es más que una liberación física; es una liberación emocional, espiritual y psicológica también. Este proceso de cambio de vida puede resultar en deshacerse del exceso de equipaje mental y emocional, en la eliminación o realineación de sistemas de creencias debilitantes. La diarrea o la sudoración profusa también pueden formar parte de la purga.
Los participantes comprenden rápidamente que los aspectos de su “pequeño yo” (su ego) que ya no les sirven están siendo desterrados a un cubo de purga. Este proceso de descartar los aspectos negativos o debilitantes del pequeño yo de uno es precisamente lo que le permite a uno alinearse más con su verdadera naturaleza, su auténtico Ser Superior. La depresión crónica, las adicciones, los problemas de ira y una multitud de miedos, ansiedades y sistemas de creencias limitantes pueden vencerse en una sola ceremonia. Para algunos, unas pocas ceremonias de Ayahuasca pueden ser el equivalente a diez años de psicoterapia o meditación disciplinada.
La purga puede ser parte de cada ceremonia, pero las primeras ceremonias suelen ser más desafiantes con respecto a este aspecto del trabajo. A medida que avanza la eliminación de las energías densas y de baja frecuencia, se obtiene un mayor acceso a una conexión de mayor frecuencia con lo divino.